Resulta habitual que un compositor en Colombia deba preguntarse si escribe su obra para una Orquesta Sinfónica o para una Banda Sinfónica, cuando de formatos de gran tamaño se trata.
A través de todos estos años (11 años desde que escribí mi primera obra formalmente. El arreglo de Mi Buenaventura de Petronio Álvarez, para Banda Sinfónica),
he podido circular mi música de una manera más contundente a través del formato de Banda Sinfónica, aunque no puedo negar que las comisiones que he tenido para Orquesta Sinfónica se han presentado en eventos y escenarios de mayor importancia y relevancia para la proyección de mi trabajo.
Sin embargo, escribir para una u otra agrupación ha tenido para mí diferentes bondades y complicaciones. El hecho de recibir una comisión por parte de una Orquesta, me ha posibilitado que dicha obra sea interpretada en contextos de calidad muy altos con directores y solistas que se han convertido en socios de mi trabajo; asimismo, estas obras se han realizado en escenarios y eventos donde se ha formalizado la interpretación a través de un programa, material audiovisual de calidad y sala de concierto acústicamente bondadosa con los fines que persigue la música escrita, todo estos elementos han sido muy importantes para mi portafolio.
Asimismo, estas interpretaciones me han abierto las puertas a otros escenarios y Orquestas en otros países. Sin embargo, la circulación es lenta y se hace necesario contar con suerte y gestión de directores y solistas para que las obras sean programadas de una manera más constante.
Por otro lado, no puedo negar que el formato sinfónico del cual recibo mas comisiones en la actualidad es la Banda Sinfónica; de hecho es allí, en este nicho estudiantil y profesional, donde circula más fuertemente mi música, por tanto , he realizado muchas más composiciones y arreglos para este formato que para la Orquesta Sinfónica. Esto sucede porque Colombia, es un país que tiene la Banda Sinfónica dentro de los formatos musicales, que sirven como marco para la enseñanza y la práctica musical en diferentes regiones del país. Por tal razón, existen diversos concursos y eventos para Bandas, que tienen dentro de sus requisitos e inclusive plan de premios, la adición de una obra inédita dentro de la lista de obras de concurso y generalmente, dichos eventos y agrupaciones las solicitan con estéticas basadas, en las músicas colombianas y escrita de acuerdo a los niveles de formación de la misma. Esto en realidad, no es un problema, por el contrario siempre he creído que es una virtud. Sin embargo, considero que esta proliferación de obras para estos contextos no posibilita realmente una circulación de calidad, por dos razones: La primera, tiene que ver con que las Bandas, en un gran número, comisionan solo por la exigencia de llevar una obra inédita al concurso de turno, de ahí para adelante pocas Bandas se esmeran en seguir programando la obra encargada; segundo, las bandas profesionales, en su gran mayoría, nutren sus programas de concierto con las obras y sus características antes mencionadas, no existiendo entonces, una circulación o creación directa (que no tenga que ver con requerimientos de concursos) para las Bandas Sinfónicas profesionales de nuestro país.
Considero importante el nicho de las Bandas Estudiantiles frente a la posibilidad o necesidad de creación de música con objetivos académicos o de formación, pero es importante que las Bandas profesionales comisionen obras coherentes a sus niveles interpretativos. Sin embargo, algunos proyectos ya lo hacen, como ejemplo puedo nombrar proyectos como la Banda Sinfónica de FOSBO, la Banda Salesiana del Niño Jesús, entre otras pocas.
Por otro lado, aun sigo sin definir mi punto de vista sobre si es bueno o no que los concursos exijan obras inéditas para Banda Sinfónica con estéticas o elementos de las músicas colombianas.
Los concursos nacionales deberían instaurar metodologías y estrategias que posibiliten el desarrollo de la música para Banda que hacemos en nuestro país. Creo que es allí donde se puede dar este paso.
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